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martes, 16 de febrero de 2016

El paisaje natural

El paisaje natural hace honor a su nombre, es decir, se conserva en su estado natural sin actuaciones de la mano del hombre, salvo por ínfimos detalles, porque pocos, muy pocos, son los espacios que quedan "vírgenes" que no han sido mínimamente afectados y transformados por el ser humano. Estamos hablando de sectores que no están poblados como las zonas polares, desérticas, cimas de las montañas o selvas recónditas que solo son transitadas por las tribus.

Se trata de espacios que cuentan con baja población, en especial recolectores, pastores, cazadores y pescadores que conocen el medio como la palma de su mano. Estas zonas son las que proveen de los recursos para sobrevivir a estas personas, a eso se debe su amplio conocimiento del medio. Pero el concepto de ver y tratar el medio se ha modificado, antes se veía el paisaje como el marco estético de la actividad de la humanidad y ahora es considerado como un recurso de explotación. Por tanto, el paisaje como recurso, patrimonio de la humanidad, ha adquirido mucha fuerza en estos últimos tiempos.


A grandes rasgos podemos decir que existen dos tipos diferentes de paisajes, el costero y el de interior. Estos paisajes son producto de la interacción activa del clima, la vegetación, el suelo, su relieve, son aquellos ecosistemas que no se encuentran modificados por el hombre y su actividad. Hoy se conoce que la mano del hombre ha modificado prácticamente la totalidad de los ecosistemas aptos para ser habitados, y los que no han sido ocupados se debe a que sus condiciones no son las adecuadas para poder utilizar sus recursos, siendo estos los menos alterados y aún considerados paisajes naturales.

Por ejemplo, las áreas polares, selvas y desiertos son esas zonas inhabitables de las que hablamos debido a sus condiciones de vida, eso hace que sean las menos pobladas. Los fríos intensos, la humedad, la propia fauna autóctona de las selvas o la extrema aridez de los desiertos hacen que el hombre no pueda manipular a su antojo dichas zonas. Por otra parte, el caso contrario ocurre en las zonas que denominamos templadas, éstas brindan condiciones óptimas para la población, habita más del 70% de la población mundial convirtiéndolas en las más pobladas del planeta. Esto se debe a las temperaturas moderadas que posee y las lluvias abundantes que generan un lugar propicio para la vida del ser humano y sus actividades de sustento. Por eso estos paisajes se ven alterados por la función del hombre y los pocos que quedan de los denominados "naturales" suelen ser protegidos como tales y son de pequeña proporción como es el caso de los parques naturales y nacionales o las reservas biológicas. 


martes, 29 de septiembre de 2015

El patrimonio como recurso y valor

Hay que adoptar una visión amplia del patrimonio y del reconocimiento del patrimonio rural como recurso turístico y motor del desarrollo sostenible, ya que parece ser que se está asistiendo a una progresiva concienciación del valor patrimonial de las infraestructuras territoriales de carácter histórico que vertebran el campo y la montaña. 

El patrimonio no sólo se hereda, sino que al ser asumido como tal por quienes lo utilizan y lo disfrutan, constituye un recurso cultural, social y económico y dadas sus características especiales de gran contenido histórico y simbólico, debe ser puesto en valor siempre bajo principios basados en el respeto a sus características. Como potencial recurso económico, se debe asumir la responsabilidad de mejorar e incrementarlo de manera que es fundamental una adecuada administración y, como recurso social, le reclama a las diferentes disciplinas diferentes formas de actuar. 

En el estudio del patrimonio, cobra entonces, una especial importancia el conocimiento adecuado de los recursos no sólo como un inventario de bienes culturales, sino como una interpretación global e interrelacionada de los mismos. Por lo tanto, hay que "interrogar" a este objeto cultural para descubrir sus misterios, preguntarle cómo vivió, a quien sirvió, cuál era su lugar en los usos de la sociedad en la que estuvo integrado, cuál era el espíritu del tiempo en que fue realizado o pensado, etc. 


El patrimonio como recurso aparece fuertemente vinculado a la gestión del medio ambiente urbano y natural de la ciudad. La relación entre ambos permite hablar de desarrollo sostenible en el uso de sus recursos y en la distribución social y territorial de los beneficios económicos, sociales y culturales. El patrimonio es sin duda un recurso potencial de primer orden en la planificación territorial y constituye un buen punto de partida y un pilar básico desde el que se puede valorar y entender su preservación y gestión.