Un
ejército intacto para honrar la memoria de un emperador chino de hace 23
siglos, ¿qué mejor que enterrar junto a sus restos a su ejército completo? La
idea se le debió ocurrir a algún servidor megalómano de la corte de Zhao Zheng,
el rey de Qin que fue capaz de unificar, quizá por primera vez, la mayor parte
de la China interior y que luego acabó autoproclamándose emperador y, como tal,
fundador de la primera dinastía imperial.
Si los egipcios
construían pirámides gigantescas como tumbas para sus faraones, el sistema
empleado por la corte de aquel primer emperador chino no era inferior en
dimensiones. La tumba propiamente dicha está formada por un mausoleo de enorme
tamaño con forma de pirámide truncada de tres pisos. Dentro se encuentra la
cámara funeraria con la tumba del emperador, como ocurre con las pirámides
egipcias; en cambio, las de América central y del sur eran más bien monumentos
que sostenían templos de dioses. Por cierto, los arqueólogos aún no han
conseguido llegar a dicha cámara funeraria por miedo a que los trabajos
necesarios para excavar el yacimiento dañen el contenido. Pero la pirámide
funeraria, con todo el esplendor que pudiera mostrar por sí misma, no es lo que
más sorprendió, sino el hecho de que la custodiaran 8.000 guerreros, todo un
ejército, y muchos de ellos a caballo. Los distintos yacimientos se extienden
en torno a la pirámide funeraria en nada menos que 56 km2, en las
afueras de lo que hoy es Xi’an, una ciudad industrial de 9 millones de
habitantes aproximadamente, capital de la provincia de Shaanxi en el centro de
China.
¿Quién era aquel
importante emperador que ha pasado a la historia como Qin Shihuang? Su nombre,
como hijo del rey del Estado chino de Qin, fue Zheng, y había nacido en el año
260 a.C. A la muerte de su padre, accedió al trono con 23 años y enseguida
inició una extensa campaña de conquistas que le llevó a incluir dentro de su
reino a muchos otros Estados chinos vecinos. Eso le condujo a considerarse
“huangdi”, palabra intraducible pero que representa en cierto modo una
categoría intermedia entre un rey y un dios; lo que en occidente llamaríamos
emperador. Por supuesto, no de China (un nombre que asociado a toda la nación
no comienza a utilizarse hasta el s. XX), sino Emperador de Qin. Esto significa
que con él nació la Dinastía Qin, luego sustituida por la Dinastía Han. Murió a
los 50 años tras haber introducido en todo su imperio numerosas reformas, y
haber puesto en marcha la colosal obra de la Gran Muralla. Construyó
carreteras, canales y puentes, unificó la escritura, estableció una moneda
común y un sistema racional de pesos y medidas, ¡Y todo ello hace más de dos
milenios!
Pero, al tiempo,
su crueldad con los enemigos y el autoritarismo y dureza de su mandato acabó
por ganarse numerosos adversarios que a su muerte iniciaron una revolución
sangrienta y muy prolongada. No obstante, su leyenda como unificador de China y
padre fundador del imperio chino ha sobrevivido hasta nuestros días, y esa idea
se ha reforzado más si cabe con el descubrimiento de su túmulo funerario y el
espectacular ejército de guerreros de terracota que le acompañaron a la
eternidad. Este ejército fue enterrado en formación de batalla en tres fosas
situadas a una profundidad entre 4 y 8 metros, los batallones están alineados
al este de la tumba del emperador porque así éste podría seguir manteniendo su
poder sobre ellos aun después de muerto.
La primera de
estas fosas fue encontrada por casualidad en 1974 por un agricultor; hubo aquel
año una enorme sequía en la región, y el agricultor estaba cavando
profundamente en busca de agua. Pero lo que encontró fue la cabeza de terracota
de uno de los guerreros, lo comunicó a las autoridades y así fue como llegó a
los oídos de los arqueólogos locales quienes se percataron con enorme asombro
de que aquellas piezas tenían más de 2.000 años de antigüedad. En 1989, a la
vista de la enorme importancia que iba cobrando el yacimiento, le fue encargada
la dirección de las excavaciones a la experta arqueóloga Xu Weihong, ella fue quien
encabezó la expedición china que recibió el Premio Príncipe de Asturias de
Ciencias Sociales otorgado en 2010 al equipo de arqueólogos que descubrió e
identificó el espectacular yacimiento de Xi’an. Los científicos
creen que aún queda mucho por descubrir, por eso siguen excavando de forma
intensiva. De hecho, se desconoce todavía el número exacto de guerreros que
pudieron ser colocados en toro a la tumba del emperador, es más, se piensa
ahora que el proyecto inicial de la corte imperial preveía muchísimos más, pero
la temprana muerte de Qin Shihuang y las posteriores revueltas impidieron que
aquello pudiera ser terminado como estaba previsto. De momento en la primera
fosa ya han sido desenterrados unos 6.000 guerreros situados en formación de
batalla; todos en torno a 1,80 metros de estatura. La fosa mide varios
centenares de metros de longitud, y un centenar de ancho, todavía hay en ella
bastantes estatuas sin extraer. Fue abierta al público en 1979 y desde entonces
ha recibido cerca de 70 millones de visitantes. En la segunda fosa han sido
descubiertos unos 1.400 guerreros más, incluyendo jinetes y caballos colocados
en catorce filas y precedidos por varias filas de arqueros arrodillados. En los
años 80 comenzó a excavarse la tercera fosa, más pequeña, que contenía 68
figuras de oficiales, comandantes y generales. En 2007 se descubrió el mausoleo
que contiene la tumba del emperador, debajo de una ce una colina artificial de
más de 50 metros de altura. Resulta
asombroso el hecho de que ninguna figura sea igual a otras, todas tienen rasgos
distintos. Es notable la gran diversidad de vestimentas militares y de
peinados, lo que demuestra la minuciosidad que pusieron los artesanos en
aquella obra. Debido a ello los expertos estiman que la construcción debió durar
varios decenios, eso significa que debió iniciarse cuando tomó posesión el rey,
y seguramente las obras siguieron algún tiempo después de su fallecimiento. Se
calcula que debieron intervenir en los trabajos más de 700.000 personas.
En cuanto al
mausoleo funerario, comenzó a ser examinado en 2009, dos años después de su
descubrimiento, antes de excavar, los expertos habían establecido un estudio
detallado de su interior mediante técnicas de detección remota. Se pudo
establecer así que se trata de una cámara con cuatro paredes, con escaleras de
acceso simétricas a través de la construcción en forma de pirámide truncada. El
temor a provocar daños considerables con una excavación poco cuidadosa ha
impedido hasta ahora iniciar trabajos de exploración directa, mientras no se
consiga determinar la forma más segura de hacerlo. En torno a la tumba han
aparecido no solo más guerreros sino también representaciones de altos
funcionarios, guardianes reales, acróbatas, actores e incluso animales como
caballos y cuervos. Probablemente el entorno más próximo al emperador. Todas
ellas, como los guerreros, son figuras reproducidas con enorme realismo,
incluyendo toda clase de detalles como arrugas de la piel, bigote, barba,
plumas de las aves, adornos de todo tipo, vestimentas, etc.
Un historiador
chino del siglo I a.C. había dejado escrito que el túmulo que contiene la tumba
del emperador estaba inicialmente rodeado no solo del ejército y las personas
de su corte sino también de una reproducción de sus dominios, con ríos en los
que fluía agua plateada brillante, sin duda mercurio, e incluso una bóveda
celeste con incrustaciones de joyas representando el sol, la luna, planetas y
estrellas. En torno a la tumba los científicos han detectado recientemente
restos de mercurio impregnando la tierra, lo que parece confirmar la historia.
Pero no se verá hasta que no se abra por fin la tumba funeraria.
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