Antes de entrar en la consideración de las posibles formas para buscar soluciones a la crisis ambiental que estamos padeciendo -y que tiene la apariencia de ir empeorando con el paso del tiempo a pesar de la innegable tarea que se está llevando a cabo- es necesario concretar, aunque sea de manera concisa, el aspecto que verdaderamente condiciona la problemática que no es otra cosa que lo que entendemos por ambiente o medio ambiente, y seguidamente iremos adentrándonos en la naturaleza de los problemas que le afectan y como lo percibimos nosotros.
¿Qué es el ambiente?
Si apelamos a una definición académica podríamos decir que el ambiente es un conjunto de elementos físicos, químicos y biológicos -naturales o creados por el hombre- que posibilitan la existencia, la transformación y el desarrollo de organismos vivos. Un ecosistema, por otra parte, es una unidad básica de interacción de organismos vivos entre sí y sobre el ambiente en un espacio determinado. En el caso de nuestra especie, el medio ambiente, además de ser un espacio con componentes físicos, químicos y biológicos, comprende también elementos simbólicos, culturales y sociales fruto de de la indiscutible relación de interdependencia y reciprocidad de causas y efectos que existe entre cada uno de nosotros (la sociedad) y el medio (la naturaleza). Es esta última explicación de lo que es el ambiente la que condicionará las posteriores reflexiones.
Naturaleza de los problemas ambientales: la raíz social
Actualmente existe un creciente reconocimiento, aunque muy minoritario, de que la tecnología, la ciencia en general y la tarea de todos aquellos que trabajan de una manera o de otra por el medio ambiente no pueden resolver los problemas ambientales por sí mismo, a pesar de realizar una extensa labor y proporcionar alternativas en el manejo de esta crisis ambiental.
Las causas que han producido la particularidad de la amenaza y de la destrucción del medio ambiente natural son, antes que nada, problemas de índole humana y cultural, las raíces de las cuales se encuentran en el orden económico y social que determina las formas de vida de una sociedad. Es decir, es más un problema de las ciencias humanas que de las ciencias naturales, ya que desde el punto de vista de estas última disciplina las soluciones son factibles y efectivas. Es más, contrariamente a lo que se suele creer, no existen problemas ecológicos propiamente dichos, puesto que no hay ninguna crisis en el funcionamiento de los sistemas naturales, no falla ninguno de los mecanismos ecológicos de base. Por contra, a lo que nos enfrentamos es a serios problemas socioecológicos, es decir, a conflictos ambientales de origen social como consecuencia de las deficiencias que se dan en el funcionamiento de los sistemas sociales en relación a su adaptación al medio. Por eso, a la hora de afrontar desequilibrios ecológicos y problemas ambientales (que como hemos indicado están formados por una mezcla de elementos naturales, socioculturales y económicos), necesariamente tenemos que incluir la comprensión de los aspectos sociales como una parte de estos desequilibrios, ya que su solución se encuentra fundada en gran parte en la misma lógica social que éstos contienen y a las cuales se deben. Así, el grado en que la crisis ambiental pueda ser manejada dependerá de los cambios que se realicen en el comportamiento de uno mismo y de la sociedad. Si el hombre, con su sistema social es el que ha llegado a ser el principal o mayor factor para el desequilibrio, parecería inadecuado que las políticas ambientales, la investigación y la educación se concentren casi en exclusividad en las manifestaciones de daño y que se preste poca atención al comportamiento humano como causa principal.
En conclusión, la solución a la crisis ambiental pasa por ineludible replanteamiento de la forma de vida que lleva el ser humano, en definitiva, del cambio de sistema de desarrollo mundial: del actual a uno más sostenible. Además, esta reformulación necesita inevitablemente implicar a todo el conjunto de la sociedad en todo el proceso que se debe seguir para conseguirlo, ya que las soluciones tecnocráticas resultan insuficientes para abrazar una tarea tan vasta. Este cambio no se tiene que considerar y tratar como una convulsión, sino más bien como el curso natural del progreso y la evolución. Porque si errare Humanum est, de sabios es rectificar, y así es como se tiene que enfocar la crisis ambiental que ya hace tiempo estamos padeciendo como un error de adaptación social al sistema ecológico de la Tierra, y cuando digo social digo también tecnológico, económico y cultural. De igual manera la solución al desajuste socioecológico pasa por transformar el actual sistema social y adaptarlo como sea necesario para conseguir el desarrollo sostenible.
Las personas llevamos adaptando nuestras sociedades desde el principio de nuestra existencia, la diferencia es que ahora el cambio es mayor, más global, más complicado, más comprometido, más decisivo; pero también puede ser más consciente, más reflexivo, más dirigido. Y es en esto en lo que nos jugamos el futuro de la humanidad como especie y de la mayoría de los seres vivos del planeta.
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